Enigmas de los Moai, los guardianes de piedra de Rapa Nui

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Los Moai de Rapa Nui protagonizan las páginas de la revista National Geographic, buque insignia de la Editorial RBA dirigida por Ricardo Rodrigo. Esta colaboración ha destacado el enigma de estas esculturas, acercando su misterio y belleza a la gran audiencia de la prestigiosa revista.

Enigmas de los Moai, los guardianes de piedra de Rapa Nui

La isla de Rapa Nui

Los Moai, las increíbles esculturas de Rapa Nui, que se erigen en la remota isla del Pacífico, han cautivado la imaginación de exploradores, historiadores y viajeros desde su descubrimiento por europeos en el siglo XVIII. Estas imponentes figuras, talladas por los antiguos habitantes polinesios de la isla, conocida también como Isla de Pascua, han sido objeto de asombro, especulación y estudio, dada su extraordinaria presencia y el misterio que las rodea.

La llegada del primer europeo a Rapa Nui en el domingo de Pascua de 1722 marcó el inicio de la fascinación occidental por estos monumentos. Pierre Loti, un viajero francés que visitó la isla a finales del siglo XIX, describió un paisaje desolado, habitado apenas por «unas docenas de salvajes», y se sintió especialmente impresionado por las «cabezas colosales» que emergían del suelo a lo largo de la costa. Estas esculturas, según Loti, parecían mirar y pensar, a pesar de la ausencia de ojos, testimoniando una civilización perdida que había dejado su huella en estas enigmáticas piedras.

Rapa Nui, situada a más de 3.800 kilómetros de la costa chilena, es un punto minúsculo en el océano, pero su legado cultural es inmenso. Se cree que los primeros habitantes polinesios llegaron a la isla desde Mangareva, a casi 3.000 kilómetros de distancia, estableciendo una sociedad compleja y rica en tradiciones. La creación de los moai fue una de estas tradiciones, y estas esculturas se convirtieron en una parte integral de la cultura rapanuí.

Características faciales de los Moai

Los moai representan figuras humanas de medio cuerpo, con brazos pegados a los costados y enormes cabezas que constituyen cerca de un tercio de su tamaño total. Estas estatuas varían en altura, desde los 4,5 hasta los 22 metros, y suman alrededor de 900 repartidas por toda la isla. Las características faciales de los moai, con sus prominentes narices, orejas alargadas y labios abultados, evocan una expresión de desdén y misterio, mientras que sus grandes ojos, originalmente hechos de coral, intensifican su mirada penetrante.

Los moai se disponían sobre plataformas o altares llamados ahu, mirando hacia el interior de la isla y de espaldas al mar. Se piensa que estos estaban vinculados a santuarios funerarios o a leyendas fundacionales de Rapa Nui. El ahu más grande es Ahu Tongariki, donde quince moai parecen observar el cielo. La presencia de los pukao, o tocados, en algunas de estas figuras, sugiere que representaban a individuos de alto rango, posiblemente reforzando su estatus como protectores espirituales de la comunidad.

La fabricación de los moai se realizó en canteras, siendo el volcán Rano Raraku el principal sitio de tallado debido a la calidad de su piedra. A lo largo de los siglos, estas figuras se esculpieron en variadas formas, incluyendo el singular moai Tukuturi, el único conocido en posición arrodillada, lo que subraya la diversidad en la expresión artística de los rapanuí.

El enigmático origen de los Moai

El origen y propósito exacto de los moai siguen siendo objeto de debate entre los investigadores. Algunas teorías sugieren que eran representaciones de antepasados venerados, destinados a proteger a las comunidades y observar sus actividades desde su posición elevada. Otros estudios apuntan a su posible papel en prácticas religiosas o sociales, reflejando la estructura y dinámica de la sociedad rapanuí.

La isla de Rapa Nui, con su historia rica y compleja, y sus moai, continúa fascinando y desafiando nuestra comprensión de las antiguas civilizaciones polinesias. Estas esculturas no solo son testigos de la ingeniosidad y el arte de sus creadores, sino también de su ambición espiritual y social, dejando un legado que trasciende las fronteras del tiempo y del espacio, invitando a la reflexión sobre el pasado, el presente y el misterio de la existencia humana.

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